domingo, 22 de marzo de 2009

2° día. Suite- Cosmovisión Andina


Ayer hemos conversado de algunos puntos que nos han dado una idea sobre como la dualidad se encuentra a la base en la estructura del pensamiento Tawa, ahora vamos a penetrar un poco mas en ese pacha o espacio para que nuestra visión adquiera mas desarrollo.

Como en la cosmovisión andina es el “par” quien crea el ordenamiento, es en esa “unidad par” que nace la organización de juicio. Es decir que es el dualismo el armazón donde se entrecruzan las ideas para establecer una corriente de pensamiento. Lógico es deducir que la motivación en la vida del Runa tawaísta no es la de tratar de sobreponerse “al otro”, sino la de “andar juntos”, es decir buscar siempre y constantemente el equilibrio o la proporcionalidad. Este hecho no puede darse cuando la “unidad” es la generadora del sentido o discernimiento ya que entonces el humano tendería a buscar, como sucede hoy en la civilización dominante, su realización individual o personal, donde para llegar a estos logros todo le es permitido, hasta la explotación de sus semejantes y de la naturaleza, ya que esta utilización déspota, aprovechadora y abusiva, entra en la concepción de su realización como un acto bueno o positivo. En revancha el Tawaísta busca la proporción y naturalmente ésta solo se puede dar cuando existe un mínimo de dos, suceso que hace posible el balanceo, el equilibrio, el hecho de andar convenientemente en el transcurso de la existencia.

Bajo esta perspectiva, el Tawaísta tiene como principal preocupación la inclinación a cumplir el deseo surgido de su sagrada creencia, pero sin que éste sea obligación, y que consiste en andar en el equilibrio, buscarlo y mantenerlo, concepto bien diferente a aquel que impone el “buen comportamiento para ir al cielo”. El Runa como parte integrante de la madre naturaleza, busca la guisa o estilo de correlación y concordancia y se esmera en comulgar con la Pachamama. Esto le procura armonía, a la cual trata de mantenerla siempre porque equilibrio significa movimiento constante, así pues el perfecto equilibrio no es inmovilismo sino buena y exacta proporcionalidad.

En esa configuración, el Runa tawaísta es alguien que está siempre en movimiento, continuamente haciendo o creando algo, así es común ver a la gente de los Andes que en sus momentos de reposo hila o teje. El solo hecho de no hacer algo contribuiría a crear una inmovilidad que puede tener consecuencias funestas. Es por eso que la prioridad del Runa tawaísta se centra en el pacha donde se encuentra el eje del equilibrio (más que en el sector del “cielo” o “infierno”). Esos sectores ejes que llamamos Kay o Kunan son el ahora y aquí reflejados en nuestro cuerpo en la parte central o zona Llamkay o Ruay y en el Cosmos en la zona Kay que es nuestra Kay Pacha o Pachamama.

¿Y qué pasa cuando esta zona se encuentra sufriente? Pues surgen signos que son analizados y luego interpretados como malestares que para ser curados, es decir para que recobren su equilibrio, necesitan de alimentos o remedios. Esos signos, que en nuestro organismo pueden manifestarse con falta de color o palidez, granos en el rostro, hinchazones, fiebres, etc., están igualmente presentes en todo nuestro entorno, claro que de maneras diferentes, y nosotros debemos estar atentos a esas señales para analizarlas y poder interpretarlas cabalmente. El Runa tawaísta siempre está en conversación con su entorno, en lectura de los elementos, así interpreta leyendo en el vuelo de un ave, en el canto de un pájaro, en un sueño, en una piedra en el camino, en las hojas, en la aparición intempestiva de algún animal, etc.

Nuestro medio ambiente está plagado de signos y entes que siempre brotan del par. ¿Alguno de ustedes podría ver algo que nace de la unidad?… Los árboles, las flores, los peces, las piedras, el agua, etc., todo tiene su origen en la unión, sea ésta un encuentro o un choque. Incluso las cosas abstractas como por ejemplo el tiempo, están constituidas de un par, en este caso son el pasado y el futuro que se equilibran en el eje Kunan que es el presente, y que a la par que el Kay Pacha, es extremamente frágil. Por eso el Kunan no tiene capacidad de durar ya que casi en el instante en que surge del futuro se regenera en pasado.

Pues bien, si todo surge o brota del encuentro y éste es imposible de manifestarse con la “unidad”, ya que para que exista el choque o unión es forzosa la manifestación de por lo menos el “par”, entonces ya podemos comprender porque un Tawaísta no puede aferrarse a la concepción de “la única verdad”. Además ¿por qué verdad? ¿…no será esto un símbolo para tratar de imponer la idea de que solo es posible “una verdad” y que todos los otros conceptos son mentira?

Lo que mejor cree conocer el ser humano es su propio cuerpo, observémoslo desde la perspectiva dualista del Tawaísta y quizás nos daremos cuenta de que en realidad no lo conocemos tan bien como creemos.

Todo ser posee una parte Hanan o Awa, o región superior donde se ubica lo revelado y otra parte Urin o Paq, región inferior donde se encuentra lo oculto o secreto. Complementarias a estas zonas tenemos el Alliq y el Ichuq que serían los equivalentes de derecha e izquierda, como se ve en el dibujo.

La parte Hanan o superior es la que el Tawaísmo denomina la parte ILLA, porque Illa es la luz, la aclaración, el conocimiento, lo revelado. Cuando un ser llega al Kay Pacha, lo primero que muestra es esa parte del cráneo y es por esa parte que él recibe la iluminación o el saber en el transcurso de la existencia.

De esta manera en la cabeza tenemos la región del Yuyaq / Memoria, donde están almacenados los conocimientos e instintos y la zona del Yachaq / Reflexión, donde se disciernen las cosas buenas o malas, donde se ubica el juicio o pensamiento. El par Yuyaq - Yachaq forma la zona del saber, del conocimiento y a su vez es zona de absorción.

La parte inferior es la denominada PAQ, porque Paq es en runasimi o quechua el morfema raíz que sirve para designar lo oculto que a su vez es fuente o lugar de origen. Se le da este nombre porque es la zona de lo que no está revelado, de lo oculto o misterioso, porque en esa zona se encuentra la fuente de donde se surge, de donde se sale o se emana. Es lo contrario de la región Illa que es luz, Paq es misteriosa y oscura, por eso es que de allí se sale a la luz. Para ilustrar mejor mis términos veamos algunos ejemplos de palabras quechuas con raíz paq: paqarichiy: dar, principio, originar; paqarimuy: nacer; paqarin: mañana, aurora, amanecer, amanecida, horas de la mañana, el día de mañana; paqarina: aurora, paso de la oscuridad a la luz, nueva oportunidad de vivir, principio.

La zona PAQ se encuentra en la región Urin del cuerpo que nace en la parte baja del ombligo, aquí se encuentran la zona del deseo o Munaq, zona del placer cuyo centro es el sexo, y la región Wachaq que es de los nacimientos, de la continuación, de la fertilidad y fecundidad. El par Munaq - Wachaq forma la zona de la pasión, del ardor de la concupiscencia y a su vez es la zona de evacuación.

La región central (estómago) o zona Ruay o Llamkay es el eje de equilibrio en el cual se balancean las otras (Yachaq / Yuyaq – Munaq / Wachaq). En esta región del cuerpo están los cuatro órganos vitales de subsistencia: corazón, pulmones, hígado y riñones. Es la zona donde queda la huella de unión con la generadora (madre / hijo – Tierra / Hombre): el ombligo. Zona que con el menor descuido nos conduce al desequilibrio. Área que nos hace tener presente el momento que transcurre, el Kunan, el ahora, el Kay Pacha, el presente. Momento que parece, pero solamente parece, ser el de mas grande trascendencia, pero que es en toda evidencia frágil y cuya duración es la máxima expresión de lo mínimo ya que se transforma en el acto en pasado y sin embargo tiene en sus puertas el futuro.

Con un poco de iniciativa e imaginación podemos darnos cuenta que la zona ILLA o HANAN es relacionada a la zona AWA en el cosmos, es decir la región de lo revelado, de la luz, eso que los Occidentales llaman “verdad”; mientras que la zona PAQ o URIN es vinculada a la zona UKU, la región de lo oculto o de la oscuridad. A esta parte los Occidentales y principalmente sus religiones han denominado “la zona del pecado”, representada como la manzana que “Eva” dio a consumir a “Adán”, naciendo de esta manera un esqueleto de ideas que pasaron a formar el cuerpo de pensamiento de la sociedad machista. Para los Cristianos fue a causa de la mujer que el hombre cayo en el “pecado”, falta que recayó luego en la descendencia, es decir en la humanidad entera, porque, a partir de aquel momento, ésta nació con lo que llaman hasta hoy el “pecado original”. Analizándolo aun más profundamente podría interpretarse como una “falta, culpa o infracción, de haber sido originado”.

Esta concepción occidental de la zona Munaq ha dado enormes problemas a la sociedad y a sus pilares espirituales, netamente cuando la abstinencia de la práctica sexual es impuesta como por ejemplo a los sacerdotes. Esta conducta que va contra la naturaleza provoca daños irreparables como lo son el enorme porcentaje de curas perversos y sobre todo pedófilos. Contrariamente, el Tawaísmo considera necesaria la práctica de la sexualidad para que el humano pueda actuar más equilibradamente en su vida. Prueba de esto son las qhaswas o fiestas que reúnen a los jóvenes para sus primeras experiencias y también el sirvinacuy que es una especie de vida marital a prueba, es decir de tanteo para ver si ésta podría funcionar para, en el mejor caso, culminar en la creación de la familia.

El descuido del cultivo de cualquiera de las dos zonas (ILLA | PAQ), o de la región del eje en que éstas se balancean (KUNAN o KAY | RUAY o LLAMKAY), puede provocar desequilibrios que repercutirían en todo nuestro ser, y como todo es como un inmenso tejido, este mal recaería sobre la familia, la comunidad, y todo el ayllu incluyendo su entorno.

Ahora que hemos esbozado bien rápidamente esos dos pachas o espacios con sus respectivos puntos de equilibrio, detengámonos un instante en el pacha o espacio del ILLA para ampliar mas la perspectiva que nos permitirá la mejor comprensión de lo que es el resplandor Tawa, o el saber.

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